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martes, 10 de febrero de 2009

El principio

Las Palmas, hace bastante tiempo nací en esta ciudad que tiene un poco mas de 5 siglos... fue corta mi estancia en ella al principio de mi vida, solo 7 años...
Rio de Janeiro, llegue a esa ciuadad cuando todavia la basura se recogia en carromatos tirados por burros...comparada con Las Palmas, era inmensa, sus avenidas interminables, pero me llevaron a vivir a un barrio de clase media baja, Aboliçao, nombre que proviene de la abolición de la esclavitud en Brasila allá por l700 y algo, creo recordar. Para esta historia real no tiene ninguna significación las fechas pero si los lugares.
Me gustaria poder transmitir las emociones que sentí, siendo un niño, que llegaba por primera vez al barrio, sobre un camion con mi familia y nuestras pocas pertenencias. La calle Basilio da Gama, talvez pariente de Vasco da Gama, celebre marino Portugues, era sin adoquines, solo tenia el bordillo de la acera en piedra viva para sujetar el nivel superior de la acera. Los caballos que arrastraban los bidones de leche que se vendia por la mañana, descansaban, comiendo hierba que crecia en la calle por la tarde, cuando no los cojian los muchachos para hacer carreras allí mismo, en la calle.
A la casa que fuimos a vivir era de techos altos y altas ventanas, el suelo era de madera cruda de largos tablones y estaba suspendida un metro del nivel de la calle, donde se abrian pequeños ventanucos que algun gamberro tiraba petardos que les llamaban "cabeza de nego" para asustar a los nuevos "gallegos".
El jardin, este es el lugar principal de esta Historia Real, el Jardin de la casa que se le llamaba "quintal". Tenia un leve desnivel y en el habia un barracon donde mi padre instaló una maquina para hacer cuerda, era una maquina infernal, hacia un ruido infernal a causa de que los hobillos de hilo que hacian un recorrido en forma de ocho, chocaban en el encuentro, al ser de hierro era un ruido atroz. El quintal tenia algunos arboles frutales que nos daban mangas aguacates nisperos, jacas y otros le llamabamos el arbol del algodon, puesto que daban unos frutos que al secarse se abrian y desprendian hilos de algodon que el viento se encargaba de desiminar por todo lugar.
Allí descubrí que mi hermano habia enterrado el dedo central de mi mano izquierda, que lo habia arrancado una maquina de la fabrica de zapatos de mi padre, pero eso es irrelevante para la Historia Real.
El Quintal o Jardin, como quieran llamarlo despertaba en mi un mundo de fantasias, era escenario de mis juegos mas dispares con mi amigo, mi primer amigo de Rio.

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